Aprendiendo a amar a Leni Riefenstahl
Por Slavoj Žižek | 10.09.2003

Obtenemos así una clara trayectoria desde la cima hasta el fondo: comenzamos con el duro esfuerzo individual por alcanzar las cimas montañosas y gradualmente descendemos hasta conseguir la amorfa abundancia de la vida en el fondo del mar. ¿No es cómo si ella hubiese encontrado allí abajo su último objeto, el obsceno e irresistible florecimiento eterno de la fuerza de la vida en sí misma, que es lo que ella estaba buscando desde el principio? ¿Y no aplica esto también para su personalidad? Pareciera que el miedo de aquéllos que estaban fascinados por Leni no era un "¿cuándo morirá?" sino un "¿llegará alguna vez a morir?" Aunque racionalmente todos sabemos muy bien que ella simplemente ha fallecido, nosotros, de algún modo, no lo creemos realmente. Ella seguirá viva por siempre.
A esta continuidad en su carrera normalmente se le da una torcedura fascista, del cual es un caso ejemplar el famoso ensayo de Susan Sontag sobre Leni, "Fascinante Fascismo" 1 La idea es que incluso sus películas pre- y post- nazis articulan una visión fascista de la vida: el fascismo de Leni es más profundo que su celebración directa de la política nazi; éste se encuentra ya en su estética pre-política de la vida, en su fascinación con los cuerpos hermosos que despliegan movimientos disciplinados. Quizás es tiempo de problematizar este topos. Permítanos tomar la película de 1932 de Leni Das blaue Licht ("La luz azul"), la historia de una mujer, una aldeana que es odiada por su rara proeza de escalar una montaña mortal. ¿No es posible leer ésta película de una manera exactamente opuesta a como usualmente es interpretada? ¿No es Junta, la solitaria y salvaje muchacha montañesa, una marginada que casi se vuelve la víctima de un pogromo -no hay ninguna otra palabra apropiado para los lugareños- de los aldeanos? (Quizás no es un accidente que Béla Balázs, el amante de Leni en aquel tiempo y coescritor del guión junto con ella, fuera un marxista.)
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El problema aquí es mucho más general; va más allá de Leni Riefenstahl. Permítanos tomar al más opuesto a Leni, el compositor Arnold Schönberg. En la segunda parte de Harmonielehre, su mayor manifiesto teórico datado en 1911, él desarrolla su oposición a la música tonal en términos que, superficialmente, anticipan el posterior aparato antisemita nazi. La música tonal se ha vuelto "enferma", el mundo "degenerado" necesita de una solución purificadora; el sistema tonal ha cedido ante "las relaciones incestuosas"; los acordes románticos están disminuimos, son "hermafroditas", "vagos" y "cosmopolitas." Es fácil y tentador afirmar que semejante actitud mesiánico-apocalíptica es parte de la misma "situación espiritual" que eventualmente dio nacimiento a la solución final nazi. Ésta, sin embargo, es precisamente la conclusión que uno debe evitar: lo que hace al nazismo repulsivo no es la retórica de la solución final como tal, sino la torcedura concreta que da de ella.
Otra conclusión popular de este tipo de análisis, más estrechamente ligado a Leni, es el alegado carácter fascista de la coreografía de las masas, los movimientos disciplinados de miles de cuerpos: los desfiles, las actuaciones de la masa en los estadios, etc. Si uno también encuentra esto en el comunismo, uno bosqueja inmediatamente la conclusión sobre una "solidaridad más profunda" entre los dos "totalitarismos". Tal formulación, el mismo prototipo del liberalismo ideológico, yerra en el punto. No sólo no son semejantes actuaciones en masa inherentemente fascistas; éstas no son nunca "neutrales", esperando a ser apropiadas por la izquierda o la derecha. Fue el nazismo quien las robó y se apropio de los movimientos obreros, su sitio original de nacimiento. Ninguno de estos elementos "proto-fascistas" están en el fascismo per se. Lo que hace a estos elementos "fascistas" es tan sólo su articulación específica - o, para ponerlo en los términos de Stephen Jay Gould, todos estos elementos son los "ex-apted" por el fascismo. No hay ninguna fascismo avant la lettre, porque es la propia lettre la que compone el conjunto, el fajo (o, en italiano, fascio) de elementos de lo que es propiamente el fascismo.
A lo largo de las mismas líneas, uno debe rechazar radicalmente la noción de que la disciplina, el autodominio y el adiestramiento del cuerpo, es inherentemente un rasgo proto-fascista. De hecho, el mismo término "proto-fascista" debe abandonarse: es un pseudo-concepto cuya función es bloquear el análisis conceptual. Cuando decimos que los espectáculos organizados de miles de cuerpos (o, digamos, la admiración de deportes que exigen un alto esfuerzo y autodominio como el alpinismo de montaña) son "proto-fascistas", nosotros estrictamente no estamos diciendo nada, apenas expresamos una asociación vaga que enmascara nuestra ignorancia.
Así, cuando hace tres décadas, las películas de kung fu se hicieron populares, ¿no era obvio que estábamos tratando con una ideología genuina de la clase obrera de jóvenes cuyos únicos medios de éxito eran el entrenamiento disciplinario de sus cuerpos, su única posesión? La espontaneidad y la actitud de indulgencia de "dejarlo ir" pertenece a aquéllos que tienen los medios para permitirse el lujo de ello - aquellos que no tiene nada sólo tienen su disciplina. La "mala" disciplina corporal, si es que la hay, no es el "entrenamiento en colectividad", sino, más bien, el jogging y el físico-culturismo como parte del mito de la New Age de la realización de los "potenciales internos" del yo. (No es ninguna sorpresa que la obsesión con el cuerpo sea una parte casi obligatoria del pasaje de los radicales ex-izquierdistas a la "madurez" de la política pragmática: desde Jane Fonda a Joschka Fischer, el "período de latencia" entre las dos fases estuvo marcado por el enfoque en el propio cuerpo.)
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¿No es, entonces, la mejor manera de guardar homenaje por su muerte el tomarse el riesgo de disfrutar plenamente una película como Das blaue Licht, que contiene la posibilidad de una lectura política de su trabajo de manera totalmente diferente al del punto de vista prevaleciente?
Título Original: Learning To Love Leni Riefenstahl.
Extraído de: In These Times.
http://www.inthesetimes.com/article/102/learning_to_love_leni_riefenstahl/
Notas:
1.Susan Sontag. “Fascinating Fascism” en: Under the Sign of Saturn, New York, 1980, pp. 73-105. También disponible en:
http://www.history.ucsb.edu/faculty/marcuse/classes/33d/33dTexts/SontagFascinFascism75.htm